¿POR QUÉ CREÓ DIOS DOS SEXOS? ¿PUEDEN LOS HOMBRES Y LAS MUJERES SER IGUALES Y A LA VEZ, TENER PAPELES DIFERENTES?
EXPLICACIÓN Y BASES
BÍBLICAS
Notamos
en el capítulo anterior que un aspecto de la creación del hombre a la imagen de
Dios es su creación como varón y hembra: «y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Gn 1: 27, RVR 1960).
Encontramos
la misma relación entre la creación a la imagen de Dios y la creación como varón
y hembra en Génesis 5: 1-2: «El día que creó Dios al hombre, a semejanza de
Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo y los llamó el nombre de
ellos Adán, el día en que fueron creados (RVR 1960).
Aunque
la creación del hombre como varón y hembra no es la única forma en que somos a
la imagen de Dios, es un aspecto bastante significativo de nuestra creación a
la imagen de Dios que las Escrituras mencionan en el mismo versículo en el que
se describe la creación inicial del hombre. Podemos resumir las formas en que
nuestra creación como varón y hembra representan algo de nuestra creación a la
imagen de Dios de la siguiente manera:
La
creación del hombre como varón y hembra muestra la imagen de Dios en:
(1) La armonía de las relaciones interpersonales,
(2) La igualdad en personalidad e importancia, y
(3) La diferencia en papel y autoridad.
A. RELACIONES PERSONALES
Dios
no creó a los seres humanos para que fueran personas aisladas, sino que al
creamos a su imagen, nos hizo de tal forma que podemos obtener unidad
interpersonal de varias clases en todas las formas de la sociedad humana. La
unidad interpersonal puede ser especialmente profunda en la familia humana y
también en la familia espiritual, la iglesia.
Entre
los hombres y las mujeres, la unidad interpersonal llega a su expresión más
plena en esta era durante el matrimonio, donde el esposo y la esposa llegan a
ser, en un sentido, dos personas en una: «Por tanto, dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Gn 2: 24,
RVR 1960). Esta unidad no es solo una unidad fisica; es también una unidad
espiritual y emocional de profundas dimensiones.
NOTA. Sobre la cuestión de usar o no la palabra
hombre para referimos a los seres humanos en general (tanto varones como
hembras), vea el capítulo 21,
Para un estudio más amplio de las implicaciones
teológicas de la diferenciación de varón-hembra en Génesis.
Biblical Manhood and
Womanhood: A Response to Evangelical Feminism, ed. por John Piper y Wayne
Grudem, p. 98. He dependido del análisis del doctor Ortlund en varios puntos de este
capítulo.
Un
hombre y una mujer cuando se unen en matrimonio son personas que «Dios ha
unido» (Mt 19: 6). La unión sexual con otra persona que no es su propio esposa
o esposo es un pecado especialmente ofensivo para el propio cuerpo de uno (1ª
Co 6: 16, 18-20), y, dentro del matrimonio, esposos y esposas ya no tienen
dominio exclusivo sobre sus propios cuerpos, sino que lo comparten con sus
cónyuges. (1ª Co 7: 3-5). El «esposo debe amar a su esposa como a su propio
cuerpo» (Ef 5: 28).
La unión entre esposos no es temporal sino
para toda la vida (Mal 2: 14-16; Ro 7: 2), y no es algo trivial sino una
relación profunda creada por Dios a fin de representar las relaciones entre
Cristo y su iglesia (Ef 5: 23-32).
El
hecho de que Dios creó dos personas distintas como varón y hembra, más bien que
solo un hombre, es parte del hecho de que somos imagen de Dios porque puede ser
visto como un reflejo hasta cierto punto de la pluralidad de personas dentro de
la Trinidad. En el versículo anterior al que habla de nuestra creación como
varón y hembra, vemos la primera indicación explicita de una pluralidad de
personas dentro de Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a
nuestra semejanza, y señoree» (Gn 1: 26, RVR 1960).
Hay
aquí algo de similitud: Así como había compañerismo y comunicación, y
participación en la gloria, entre los miembros de la Trinidad antes de que el
mundo fuera hecho (vea Jn 17: 5, 24, y el capítulo 14 sobre la Trinidad), Dios
también hizo a Adán y Eva en tal forma que ellos compartieran amor y
comunicación, y se dieran honor mutuo en sus relaciones interpersonales.
Por
supuesto, tal reflejo de la Trinidad llegaría a expresarse de distintas maneras
dentro de la sociedad humana, pero existiría ciertamente desde el principio en
esa íntima unidad interpersonal del matrimonio.
Alguien
podría objetar que tal representación de la pluralidad de personas en Dios no
es en realidad completa, porque Dios es tres personas en una, mientras que Dios
creó a Adán y Eva como solo dos personas en una. Si Dios tenía la intención de
que nosotros reflejáramos la pluralidad de personas en la Trinidad, ¿por qué no
creó tres personas en vez de dos que pudieran reflejar la unidad interpersonal
entre los miembros de la Trinidad?
Primero, debemos concordar en que este hecho muestra que la
analogía entre el matrimonio y la Trinidad no es exacta.
Segundo, aunque no podemos estar seguros de por qué Dios no
hizo algo cuando las Escrituras no dicen explícitamente esas razones, podemos
sugerir dos posibles razones:
(1) El hecho que Dios es tres en uno mientras que Adán y Eva eran dos en
uno puede ser un recordatorio de que la propia excelencia de Dios es mucho
mayor que la nuestra, que él posee una pluralidad y una unidad muy superiores a
las que nosotros, como criaturas, podemos poseer.
(2) Aunque la unidad no es exactamente la misma, la unidad en una familia
entre marido, mujer e hijos refleja hasta cierto grado la unidad interpersonal
y, a la vez, la diversidad de personas entre los miembros de la Trinidad.
Puede
surgir una segunda objeción del hecho de que Jesús mismo fue soltero, que Pablo
era soltero en el tiempo cuando era apóstol (y quizá antes), y que Pablo en 1ª
Corintios 7: 1,7-9 parece decir que es mejor para los cristianos no casarse. Si
el matrimonio es una parte tan importante de nuestra reflexión de la imagen de
Dios, ¿por qué Jesús y Pablo no se casaron, y por qué Pablo anima a otros a que
no lo hagan?
Para
Jesús, la situación es única, porque él es tanto Dios como hombre, y Señor
soberano de toda la creación. Más bien que unirse en matrimonio con un solo ser
humano, él ha tomado a toda la iglesia como su esposa (vea E f5: 23-32) y goza
con cada miembro de su iglesia una unidad espiritual y emocional que durará por
toda la eternidad.
La
situación con Pablo y su consejo a los cristianos corintios es de alguna forma
diferente. Pablo no está diciendo que sea malo casarse (vea 1ª Co 7: 28, 36),
sino que visualiza el matrimonio como algo que es bueno, correcto y un
privilegio al que se puede renunciar por amor del reino de Dios: «Pienso que, a
causa de la crisis actual, es bueno que cada persona se quede como está. Lo que
quiero decir, hermanos, es que nos queda poco tiempo... porque este mundo, en
su forma actual, está por desaparecer» (1ª Co 7: 26, 29, 31).
De
esta forma Pablo renuncia a la manera en la que él podía reflejar la semejanza
con Dios y para dedicarse a avanzar los propósitos de Dios para el mundo (es
decir, en su obra para la iglesia). Por ejemplo, pensaba que su evangelización
y discipulado era como dar a luz «hijos» espirituales y nutridos en el Señor
(vea 1ª Co 4: 14, donde llama a los corintios «hijos míos amados»; también Gá
4: 19; 1 Ti 1:2; Tit 1:4).
Además,
toda la obra de edificar la iglesia era un proceso para llevar a miles de
personas a glorificar a Dios reflejando el carácter divino en sus vidas de una
forma más completa. Por otra parte, debemos damos cuenta de que el matrimonio
no es la única forma en que se puede reflejar la unidad y diversidad de la
Trinidad en nuestra vida.
Se
refleja también en la unión de los creyentes en la comunión de la iglesia, y en
el genuino compañerismo de iglesia en el que las personas solteras (como Pablo
y Jesús) y los que están casados pueden tener relaciones interpersonales que
reflejen la naturaleza de la Trinidad.
Por
tanto, edificar la iglesia e incrementar su unidad y pureza también promueve el
reflejo del carácter de Dios en el mundo.
B. IGUALDAD EN PERSONALIDAD E IMPORTANCIA
Así
como los miembros de la Trinidad son iguales en su importancia y en su
existencia plena como miembros distintivos (vea el capítulo 14), también a los
hombres y a las mujeres Dios los creó para ser iguales en importancia y
personalidad.
Cuando
Dios creó al hombre, «varón y hembra los creó» en su imagen (Gn 1: 27; 5: 1-2).
Los hombres y las mujeres fueron creados como iguales a la imagen de Dios, y
ambos reflejan el carácter de Dios en la vida. Esto significa que debiéramos
ver aspectos del carácter de Dios reflejado en la vida de cada uno de los dos.
Si
vivimos en una sociedad compuesta solo por hombres cristianos o una sociedad
compuesta solo de mujeres cristianas, no obtendríamos un cuadro completo del
carácter de Dios como cuando vemos hombres y mujeres cristianos juntos en sus
diferencias complementarias y reflejando la belleza del carácter de Dios.
Pero
si somos iguales en cuanto a la imagen de Dios, ciertamente los hombres y las
mujeres son igualmente importantes e igualmente valiosos para Dios. Tenemos un
valor igual ante él por toda la eternidad. El hecho de que las Escrituras dicen
que lo mismo los hombres que las mujeres están creados «a la imagen de Dios»
debiera excluir todo sentimiento de orgullo o inferioridad y cualquier idea de
que nuestro sexo es «mejor» o «peor» que el otro.
En
particular, en contraste con muchas culturas y religiones no cristianas, nadie
debiera sentirse desilusionado o inferior porque es mujer.' Si Dios piensa que
somos de igual valor, eso arregla el asunto, porque la evaluación de Dios es el
verdadero estándar de valor personal por toda la eternidad.
Cuando
Pablo dice en 1 Corintios 11:7 que «el hombre no debe cubrirse la cabeza, ya
que es imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer es gloria del hombre», no
está negando que la mujer fue creada a la imagen de Dios. Solo está diciendo
que hay diferencias entre los hombres y las mujeres que debieran reflejarse en
la manera en que se visten y actúan en las reuniones de la congregación.
Una de
esas diferencias es que el hombre en relación con la mujer tiene un papel
particular en representar a Dios o en mostrar cómo es Dios, y la mujer en esa
relación muestra la excelencia del hombre del cual fue ella formada. Pero en
ambos casos Pablo continúa enfatizando su interdependencia (vea vv. 11-12).
Nuestra
igualdad como personas delante de Dios, que refleja la igualdad de las personas
de la Trinidad, debiera llevar de forma natural a los hombres y mujeres a
honrarse el uno al otro. Proverbios 31 presenta un cuadro bello del honor que se
da a una mujer piadosa:
Mujer Ejemplar, ¿Dónde Se Hallará? ¡Es Más Valiosa Que Las Piedras
Preciosas! Sus Hijos Se Levantan Y La Felicitan; También Su Esposo La Alaba.
Muchas Mujeres Han Realizado Proezas, Pero Tú Las Superas A Todas.
Engañoso Es El Encanto Y Pasajera La Belleza; La Mujer Que Teme Al Señor Es
Digna De Alabanza. (Pr 31: 10, 28-30).
Del
mismo modo, Pedro les dice a los esposos que cada uno debe tratar a su esposa
con respeto (1 P 3:7), y Pablo recalca: «En el Señor, ni la mujer existe aparte
del hombre ni el hombre aparte de la mujer. Porque así como la mujer procede
del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios» (1ª
Co 11: 11, 12). Los hombres y las mujeres son igualmente importantes; ambos
dependen el uno del otro; ambos son dignos de honor.
La
igualdad en personalidad con la que los hombres y las mujeres fueron creados la
vemos enfatizada en una forma nueva en la iglesia del nuevo pacto. En
Pentecostés vemos el cumplimiento de la profecía de Joel en la que Dios
promete:
Derramaré Mi Espíritu Sobre Todo El Género Humano. Los Hijos Y Las Hijas
De Ustedes Profetizarán, En Esos Días Derramaré Mi Espíritu Aun Sobre Mis
Siervos Y Mis Siervas, Y Profetizarán. (Hch 2: 17-18; Citando A Joel2: 28-29).
NOTA: En la pasada década las agencias de noticias
nos han informado de prácticas comunes en China donde los padres de una niña
recién nacida la dejaban con frecuencia que muriera con el fin de poder
intentar de nuevo tener un hijo bajo las normas estrictas de China de «una
pareja, un hijo».
En contraste con la perspectiva bíblica de igualdad
en importancia para hombres y mujeres, esa práctica no solo resulta en la
pérdida de vidas humanas inocentes, sino también le dice muy fuerte a cada
mujer en esa sociedad que ella es menos valiosa que el hombre.
(En otras sociedades en las que los padres piensan
en secreto que es mejor tener un hijo que una hija están mostrando también que
no han entendido bien la enseñanza bíblica del hecho de que las mujeres y los
hombres son completamente iguales en valor a los ojos de Dios.)
El
Espíritu Santo se derrama sobre la iglesia con un nuevo poder, y los hombres y
las mujeres reciben dones para ministrar en formas extraordinarias. Los dones
espirituales son distribuidos a todos los hombres y mujeres, comenzando en
Pentecostés y continuando a lo largo de la historia de la iglesia.
Pablo
considera a cada cristiano un miembro valioso del cuerpo de Cristo, porque «a
cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás»
(1ª Co 12: 7). Después de mencionar varios dones, dice: «Todo esto lo hace un
mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co
12: 11).
Pedro
también, al escribir a muchas iglesias esparcidas por toda Asia Menor, dice:
«Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido,
administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas» (1 P 4:10).
Estos textos no enseñan que todos los creyentes tengan los mismos dones, pero
sí dicen que los hombres y las mujeres tendrán dones valiosos para el
ministerio de la iglesia, y que debiéramos esperar que estos dones sean
distribuidos amplia y liberalmente a hombres y mujeres.
Parece,
por tanto, que no tiene sentido preguntar: «¿Quiénes oran con más eficacia, los
hombres o las mujeres?» o «¿Quién puede cantar mejor las alabanzas a Dios, los
hombres o las mujeres?» o «¿Quién tiene mayor sensibilidad espiritual y
profundidad de relación con Dios?» No podemos responder a ninguna de estas
preguntas.
Los
hombres y las mujeres son iguales en su capacidad para recibir en el nuevo
pacto el poder del Espíritu Santo. A lo largo de la historia de la iglesia ha
habido tanto grandes hombres como mujeres. Ambos han sido grandes guerreros de
oración, y han prevalecido sobre los poderes y reinos terrenales y fortalezas
espirituales mediante la autoridad del Señor Jesucristo:
La
igualdad ante Dios se recalca aún más en la iglesia del nuevo pacto en la
ceremonia del bautismo. En Pentecostés, los hombres y las mujeres que creyeron
fueron bautizados: «Los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel
día se unieron a la iglesia unas tres mil personas» (Hch 2: 41).
Esto
es significativo porque en el antiguo pacto, la señal de membrecía del pueblo
de Dios era la circuncisión, que la recibían solo los hombres. La nueva señal
de membrecía del pueblo de Dios, la señal del bautismo, que se da tanto a los
hombres como a las mujeres, es una evidencia adicional de que ambos debieran
ser vistos como miembros plenos e iguales del pueblo de Dios.
Pablo
también hace hincapié en la igualdad en posición entre los hijos de Dios en
Gálatas: «Todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de
Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que
todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús» (Gá 3: 27-28).
Pablo
está aquí subrayando el hecho de que ninguna clase de personas, tales como el
pueblo judío que procedía de Abraham por descendencia fisica, o los hombres
libres que disponían de un poder legal y económico superior, podía reclamar una
posición especial o privilegio en la iglesia. Los esclavos no debieran pensar
que son inferiores a los hombres y mujeres libres, ni los hombres libres
debieran pensar que son superiores a los esclavos.
Los
judíos no debieran pensar que eran superiores a los griegos, ni los griegos
pensar que eran inferiores a los judíos. Del mismo modo, Pablo quiere
asegurarse de que los hombres no adoptaran las mismas actitudes de las culturas
que los rodeaban, o incluso algunas de las actitudes del judaísmo del primer
siglo, o pensar que ellos tenían mayor importancia que las mujeres o que eran
de valor superior para Dios.
Tampoco
debieran las mujeres pensar que eran inferiores o menos importantes en la
iglesia. Los hombres y las mujeres, los judíos y los griegos, los esclavos y
los libres son iguales en importancia y valor para Dios e iguales en membrecía
en el cuerpo de Cristo, la iglesia, por toda la eternidad.
En
términos prácticos, nunca pensemos que hay ciudadanos de segunda clase en la
iglesia. Lo mismo si es hombre o mujer, empresario o empleado, judío o gentil,
negro o blanco, rico o pobre, sano o enfermo, débil o fuerte, atractivo o no
atractivo, extremadamente inteligente o lento para aprender, todos son
igualmente valiosos para
Dios y
debiéramos ser también igualmente valiosos unos para otros. Esta igualdad es un
elemento asombroso y maravilloso de la fe cristiana y pone al cristianismo en
un nivel diferente al de todas las otras religiones, sociedades y culturas. La
verdadera dignidad de la condición del hombre y la mujer puede alcanzar plena
realización solo en obediencia a la sabiduría redentora de Dios que encontramos
en las Escrituras.
NOTA: Quizá la respuesta a la pregunta, «¿Quién ora
mejor?» o «¿Quién puede alabar a Dios mejor?» debiera ser: «Los Dos juntos».
Aunque hay mucho valor en que los hombres se reúnan para orar juntos o que las
mujeres se junten para orar, no hay nada más rico y más completo que todo el
compañerismo del pueblo de Dios, tanto de hombres y mujeres, e incluso sus
hijos que son suficientemente mayores para entender y participar, reunidos
juntos para orar en la presencia de Dios. (Cuando llegó el día de Pentecostés,
estaban todos juntos en el mismo lugan9 (Hch 2: 1).
«Cuando lo oyeron, alzaron unánimes la voz en
oración a Dios» (Hch 4:24). Pedro «fue a casa de María, la madre de Juan,
apodado Marcos, donde muchas personas estaban reunidas orando» (Hch 12: 12).
C. LAS DIFERENCIAS EN FUNCIONES
1. LAS RELACIONES ENTRE LA TRINIDAD Y EL VARÓN COMO CABEZA EN EL MATRIMONIO.
Entre
los miembros de la Trinidad ha habido una igualdad en importancia, personalidad
y deidad a lo largo de la eternidad. Pero también ha habido diferencias en las
funciones de los miembros de la Trinidad. Dios el Padre ha sido siempre el Padre
y se ha relacionado con el Hijo como un Padre se relaciona con su Hijo.
Aunque
los tres miembros de la Trinidad son iguales en poder y en todos los otros
atributos, el Padre tiene una autoridad mayor. Él tiene una función de
liderazgo entre todos los miembros de la Trinidad que el Hijo y el Espíritu
Santo no tienen.
En la
creación, el Padre habla e inicia, pero la obra de la creación se lleva a cabo
por medio del Hijo y sostenida por medio de la presencia continua del Espíritu
Santo (Gn 1: 1-2;]n 1: 1-3; 1ª Co 8: 6;
Heb 1: 2). En la redención, el Padre envía al Hijo al mundo, y el Hijo viene y
es obediente al Padre y muere para pagar por nuestros pecados (Lc 22: 42; Fil
2: 6-8).
Después
que el Hijo ha ascendido al cielo, el Espíritu Santo viene para equipar y
capacitar a la iglesia Gn 16:7; Hch 1:8; 2: 1-36). El Padre no viene a morir
por nuestros pecados, ni tampoco el Espíritu Santo. El Padre no fue derramado
sobre la iglesia en Pentecostés en el poder del nuevo pacto, ni tampoco fue el
Hijo. Cada miembro de la Trinidad tiene papeles o funciones distintivas. Las
diferencias en funciones y autoridad entre los miembros de la Trinidad son por
tanto completamente coherentes con la igualdad de importancia, personalidad y
deidad.
Si los
seres humanos son reflejos del carácter de Dios, es lógico esperar diferencias
similares en las funciones entre los seres humanos, incluso en relación con la
más básica de todas las diferencias entre los seres humanos, la diferencia
entre el hombre y la mujer. Y esto es ciertamente lo que encontramos en el
texto bíblico.
Pablo
plantea este paralelismo explícito cuando dice: «Ahora bien, quiero que
entiendan que Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza
de la mujer y Dios es cabeza de Cristo» (1ª Co 11: 3).
Así
como Dios el Padre tiene autoridad sobre el Hijo, aunque los dos son iguales en
deidad, lo mismo sucede en el matrimonio: el esposo tiene autoridad sobre la
esposa, aunque ambos son iguales en personalidad" En este caso, la función
del hombre es como la de Dios el Padre, y el papel de la mujer es paralelo al
de Dios el Hijo. Ambos son iguales en importancia, pero tienen diferentes
funciones.
En el
contexto de 1ª Corintios 11: 2-16, Pablo ve esto como una base para decirles a
los corintios que lleven la clase de vestimenta que es apropiada para los
hombres y las mujeres de aquel tiempo, a fin de que las distinciones entre los
hombres y las mujeres puedan ser evidentes exteriormente en la asamblea
cristiana.
LA IGUALDAD Y LAS DIFERENCIAS EN LA TRINIDAD SE REFLEJAN EN
LA IGUALDAD Y LAS DIFERENCIAS EN EL MATRIMONIO.
NOTA: Algunos han sugerido que la palabra «cabeza»
en 1ª Corintios 113 significa «fuente) y no tienen nada que ver con autoridad en el
matrimonio. Por ejemplo, cuando Pablo se refiere al uso de la palabra (cabeza)
para decir que (Cristo es la cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de
la mujer y Dios es cabeza de Cristo) (1ª Co 11: 3), Gordon Fee dice que «la comprensión de
Pablo de la metáfora, por tanto, y casi ciertamente la única que los corintios
entenderían, es "cabeza" como "fuente" especialmente Como
"fuente de vida) (The First Epistle to the Corinthians, NIC [Ferdmans, Grand Rapids,
1987], p. 503).
Asimismo, la declaración: «Men, Women and Biblical
Equality}), publicada como un anuncio en CT, 9 abril 1990, pp. 36-37, dice: «La
función del esposo como "cabeza" hay que entenderla como un amor y
servicio que se da a sí mismo dentro de esta relación de mutua sumisión (Ef. 5:
21-33; Col 3: 19; I P 3:7) (p. 1, para. 11). De modo que ellos entienden
«cabeza» como queriendo decir «fuente» (de amor y servicio), no como «autoridad
sobre».
Para una respuesta a esta interpretación y un
análisis de las razones por qué la palabra «cabeza» aquí debe significar
(autoridad sobre) no (fuente), han afirmado que (cabeza) podría significar
(fuente) cuando se aplica a una persona, la persona es siempre alguien en
autoridad. Nunca se han encontrado ejemplos contrarios a esto en la antigua
literatura griega.
El hecho de que cubrirse la cabeza era una forma de
vestir que distinguía a las mujeres de los hombres en el primer siglo en
Corinto significa que Pablo indicó a las mujeres que llevaran la cabeza
cubierta en el templo. Pero esto no significa que la mujer debiera cubrirse la
cabeza en lugares y culturas que no era una señal distintiva de ser mujer.
La aplicación contemporánea sería que las mujeres
debieran vestirse de forma que se vea que son mujeres y los hombres que se note
que son hombres, en la manera apropiada en que esas formas se expresan en cada
sociedad.
¡Pablo no está a favor de ropas unisexual! Para más información, vea Thomas R. Schreiner, «Head Coverings,
Prophecies and the Trinity: 1a Corinthians 1I:2-16}), en Recovering
Biblical Manhood and Womanhood, pp. 124-39.
2. INDICACIONES DE LA DISTINCIÓN DE FUNCIONES ANTES DE LA CAÍDA.
¿Pero
eran estas distinciones entre los papeles del varón y la hembra parte de la
creación original de Dios, o vinieron después como parte del castigo de la
Caída? Cuando Dios le dijo a Eva: «Desearás a tu marido, y él te dominará» (Gen
3: 16), ¿fue ese el momento cuando Eva empezó a estar sujeta a la autoridad de
Adán?
La
idea de que las diferencias en autoridad aparecieron solo después de que el
pecado entrara en el mundo ha sido promovida por varios escritores tales como
Aida B. Spencer' y Gilbert Bilezikian: Bilezikian dice: «Debido a que es un
resultado de la Caída, el dominio de Adán sobre Eva se ve como satánico, no
menos que la muerte misma»."
Sin
embargo, si examinamos el texto de la narrativa de la creación en Génesis,
vemos varias indicaciones de diferencias de papeles entre Adán y Eva aun desde
antes de que el pecado entrara en el mundo.
A. ADÁN FUE CREADO PRIMERO,
DESPUÉS EVA:
El
hecho de que Dios creó primero a Adán, y después de un cierto tiempo creó a Eva
(Gn 2: 7, 18-23), sugiere que Dios veía a Adán con una función de liderazgo en
la familia. No se menciona para nada un procedimiento así en dos etapas para
ninguno de los animales que Dios creó, pero aquí parece tener un propósito
especial.
La
creación de Adán primero es coherente con el patrón del Antiguo Testamento de
la «primogenitura», la idea de que el que nació primero en cada generación en
la familia humana tiene el liderazgo en la familia para esa generación. El
derecho de la primogenitura se da por entendido a lo largo del texto del
Antiguo Testamento, aun en momentos cuando debido a los propósitos especiales
de Dios se vende el derecho a la primogenitura o se transfiere a una persona
más joven (Gn 25: 27-34; 35: 23; 38: 27-30; 49: 3-4; Dt 21: 15-17; 1ª Cr 5:
1-2).
El
«derecho de primogenitura» le pertenece al hijo que ha nacido primero y le
corresponde a menos que aparezcan circunstancias especiales que cambien ese hecho. El hecho de que estamos en lo correcto al ver
un propósito en que Dios formara primera a Adán, y que ese propósito refleja
una distinción permanente en las funciones que Dios ha dado a los hombres y las
mujeres, queda apoyado por 1ª Timoteo 2:1 3, donde Pablo usa el hecho de que
«primero fue formado Adán, y Eva después» como una razón para restringir
algunas funciones distintivas de gobierno y enseñanza en la iglesia para los
hombres.
NOTA: Algunos objetan que esto no sería apropiado
en la narrativa de Génesis, porque los animales fueron creados antes que Adán,
y esto daría a los animales autoridad para dominar sobre los humanos (así
piensa Bilezikian, Beyond Sex Roles, p. 257, n. 13).
Pero esta objeción olvida que el principio de la
primogenitura solo tiene lugar entre los seres humanos y es, de hecho, limitado
a los de una misma familia. (Bilezikian plantea otras objeciones [pp. 255-57],
pero no toma en cuenta el apoyo que el Nuevo Testamento da a este entendimiento
de Génesis 2 en 1 Timoteo 2:13).
B. EVA FUE HECHA COMO AYUDA
IDÓNEA PARA ADÁN:
Las
Escrituras especifican que Dios hizo a Eva para Adán, no a Adán para Eva. Dios
dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Vaya hacerle una ayuda adecuada»
(Gn 2: 18). Pablo ve en esto suficiente importancia para basar un requisito de
que hubiera diferencias entre hombres y mujeres en la adoración. Dice: «Ni
tampoco fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del
hombre» (1ª Co 11:9).
Esto
no debiera tomarse como que implica menor importancia, pero sí indica que había
una diferencia de funciones desde el principio.
Recientemente
algunos escritores han negado que la formación de Eva como una ayuda idónea
para Adán indique alguna diferencia en función o autoridad, porque la palabra
ayuda (hebreo, ezer) se usa a menudo en el Antiguo Testamento acerca de alguien
que es mayor o más poderoso que la persona que está siendo ayudada.
De
hecho, la palabra ayuda se usa en el Antiguo Testamento para referirse a Dios
mismo que ayuda a su pueblo. Pero la realidad es que cuando alguien «ayuda» a
otro, ya sea en el Antiguo Testamento hebreo o en nuestro uso moderno de la
palabra ayuda, en la tarea específica que se está haciendo la persona que ayuda
está ocupando una posición subordinada o inferior en relación con la persona
que recibe la ayuda.
Esto
es cierto cuando yo «ayudo» a un muchacho de mi barrio a arreglar su bicicleta.
Es su responsabilidad y su tarea, yo solo estoy echando una mano según se
necesita; no es mi responsabilidad. David Clines concluye que este es el caso a
lo largo de todo el Antiguo Testamento hebreo.
Mi
conclusión es que, a la vista de todas las veces que aparece en la Biblia
hebrea, aunque los superiores pueden ayudar a los inferiores, los fuertes a los
débiles, los dioses pueden ayudar a los humanos, en el acto de ayudar ellos
están siendo «inferiores». Es decir, se están sometiendo a sí mismos a una
posición inferior, subordinada.
Su
ayuda puede ser necesaria o crucial, pero están ayudando en una tarea que es la
responsabilidad de otra persona. Ellos mismos no están en realidad haciendo la
tarea, ni siquiera en cooperación, porque hay un lenguaje diferente para eso.
Ser de ayuda no es la forma hebrea de ser iguales.
Otra
objeción es que el término hebreo que traducimos «adecuada» (idónea) en Génesis
2: 18 implica que Eva era más bien superior a Adán, porque el término en
realidad significa «delante de» Raymond C. Ortlund señala correctamente que el
término hebreo no puede significar «superior a» o en el Salmo 119: 168
tendríamos al salmista diciéndole a Dios: «Todos mis caminos son superiores a
los tuyos».
Cuando
en realidad está diciendo «Tú conoces mis caminos o conducta».
C. ADÁN LE PUSO EL NOMBRE A
EVA:
El
hecho que Adán le pusiera nombres a todos los animales (Gn 2: 19-20) indica la
autoridad de Adán sobre el reino animal, porque en el pensamiento del Antiguo
Testamento el derecho de ponerle nombre a alguien implica autoridad sobre esa
persona (esto lo vemos cuando Dios les dio nombres a Abraham y Sara, y cuando
los padres les ponen el nombre a sus hijos).
Dado
que un nombre hebreo designaba el carácter o función de alguien, Adán estaba
especificando las características o funciones de los animales que él nombraba.
Por
tanto, cuando Adán le llamó Eva a la mujer, diciendo: «Se llamará «mujer"
porque del hombre fue sacada» (Gn 2: 23), indicaba también la función de
liderazgo que él tenía. Esto es cierto antes de la Caída, donde Adán le pone a
su esposa el nombre de «mujer», y es cierto después de la Caída, cuando «el
hombre llamó Eva a su mujer, porque ella sería la madre de todo ser viviente»
(Gn 3: 20).17 Algunos han objetado que Adán en realidad no llamó Eva a la mujer
antes de la Caída.
Pero
ciertamente llamar «mujer» a su esposa (Gn 2: 23), del mismo modo que llamó a
todas las demás criaturas por su nombre (Gn 2: 19-20), es darle a ella un
nombre.
El
hecho que las madres a veces les ponen nombres a sus hijos en el Antiguo
Testamento no contradice la idea de que el dar nombre representaba autoridad,
puesto que tanto las madres como los padres tienen autoridad sobre sus hijos.
D. DIOS NOMBRÓ A LA RAZA
HUMANA «HOMBRE», NO «MUJER»:
El
hecho que Dios le puso a la raza humana el nombre de «hombre», en vez de
«mujer» o algún término de género neutro lo explicamos en el capítulo 21."
Génesis 5: 2 especifica que eso sucedió en el «día en que creó Dios al hombre
varón y hembra los creó y llamó el nombre de ellos Adán [hombre]».
Nombrar
a toda la raza humana con el término que también se refiere en particular a
Adán, u hombre en vez de mujer, sugiere que la función de liderazgo le
corresponde al hombre. Esto es similar a la costumbre de la mujer de tomar el
apellido del esposo cuando ella se casa, como se hace en Estados Unidos:
Significa que él es el cabeza de familia.
E. LA SERPIENTE SE ACERCÓ
PRIMERO A EVA:
Satanás,
después de haber pecado, intentaba distorsionar y socavar todo lo que Dios
había planeado y creado como bueno.
Es
probable que Satanás (en la forma de una serpiente), al acercarse a Eva
primero, estaba intentando instituir un cambio en los papeles al intentar que
Eva asumiera el liderazgo en la desobediencia a Dios (Gn 3: 1). Esto contrasta
fuertemente con la manera en que Dios se acercó a ellos, porque cuando él les
habló, le habló a Adán primero (Gn 2: 15-17; 3: 9).
Pablo
parece tener en mente esta alteración en el papel de liderazgo cuando dice: «No
fue Adán el engañado, sino la mujer; y ella, una vez engañada, incurrió en
pecado» (1ª Ti 2: 14). Esto al menos sugiere que Satanás, al ir primero a la
mujer, estaba tratando de socavar el modelo de liderazgo del hombre que Dios
había establecido en el matrimonio.
F. DIOS LE HABLÓ A ADÁN
PRIMERO DESPUÉS DE LA CAÍDA:
Del
mismo modo que Dios le habló a Adán mismo aun antes de que Eva fuera creada (Gn
2: 15-17), después de la Caída, aunque fue Eva la que pecó primero, Dios se
acercó primero a Adán y le llamó para que explicara sus acciones: «Pero Dios el
Señor llamó al hombre y le dijo «¿Dónde estás?» (Gn 3: 9).
Dios
pensó que era a Adán, el líder de su familia, al que tenía que llamar primero
para que rindiera cuentas por lo que había sucedido en la familia. Es
significativo que aunque esto es después de que el pecado tuviera lugar, es
antes de que Dios le dijera a Eva: «y él te dominará», según Génesis 3:16,
donde algunos escritores dicen que empezó la función del hombre como cabeza.
G. ADÁN, NO EVA, REPRESENTABA
A LA RAZA HUMANA:
Aunque
Eva pecó primero (Gen 3: 6), somos contados como pecadores por causa del pecado
de Adán, no del pecado de Eva. El Nuevo Testamento nos dice: «En Adán todos
mueren» (1ª Ca 15: 22; v. 49), y «por la transgresión de un solo hombre
murieron todos» (Ro 5: 15; vv. 12-21). Esto indica que Dios le había dado a
Adán la tarea de ser cabeza o líder en relación con la raza humana, un papel
que no le dio a Eva.
H. LA MALDICIÓN CAUSÓ UNA
DISTORSIÓN DE LAS FUNCIONES ANTERIORES, NO EL COMIENZO DE NUEVOS PAPELES:
En los
castigos que Dios dio a Adán y Eva, él no dio nuevos papeles o funciones, sino
que simplemente el pecado dio lugar al dolor y la distorsión en las funciones
que ya tenían. Es decir, Adán tendría la responsabilidad primaria de labrar la
tierra y cultivar las cosechas, pero la tierra le daría «cardos y espinos» y
con el sudor de su frente comería pan (Gn 3: 18, 19). Asimismo, Eva tendría
todavía la responsabilidad de concebir hijos, pero sería un proceso doloroso:
«Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz tus hijos con dolor» (Gn
3: 16).
Como
resultado del pecado aparece también el conflicto y el dolor en las relaciones
entre Adán y Eva que antes había sido armoniosa. Dios dijo a Eva: «Desearás a
tu marido, y él te dominará» (Gn 3: 16). Susan Foh ha argumentado muy bien que
esta palabra «desearás» (hebreo, teshuqah) significa (desear para conquistan),
y que indica que Eva tenía el deseo ilegítimo de usurpar la autoridad de su
esposo.
Si
esta explicación de la palabra «desearás» es correcta, como parece serlo,
estaría entonces indicando que Dios estaba introduciendo conflicto en las
relaciones entre Adán y Eva y el deseo de parte de Eva de rebelarse contra la
autoridad de Adán.
En lo
concerniente a Adán, Dios le dijo a Eva: «Él te dominará» (Gn 3: 16). Aquí la
palabra «dominará» (hebreo, mashal) es un término fuerte que se usa
generalmente para hablar del gobierno monárquico, no de la autoridad dentro de
la familia.
La
palabra no implica ciertamente ninguna «participación» en el gobierno de los
gobernados, sino más bien contiene los matices del uso de la autoridad
dictatorial, absoluta e indiferente, más bien que un gobierno considerado y
cuidadoso. Sugiere dureza más que amabilidad.
El
sentido aquí es que Adán usaría mal su autoridad al gobernar con severidad
sobre su esposa, creando así dolor y conflicto en una relación que antes había
sido armoniosa. No es que Adán no tuviera autoridad antes de la Caída, sino que
la usó mal después de la Caída.
De
manera que en ambos casos, la maldición trajo una distorsión del liderazgo
humilde y considerado de Adán y de la sumisión inteligente y de buena voluntad
de parte de Eva a ese liderazgo que existió antes de la Caída.
NOTA: Foh indica que esta misma palabra hebrea
aparece en una declaración bastante paralela unos pocos versículos después,
cuando Dios le dice a Cain: «El pecado está a la puerta; con todo esto, a ti
será su deseo, y tú te enseñorearás de él, (Gn. 4: 7, RVR 1960). El paralelismo
en el texto hebreo entre estos dos versículos es bastante notable: seis
palabras (contando conjunciones y preposiciones) son exactamente las mismas, y
en el mismo orden.
Otros cuatro nombres y pronombres están en la misma
posición y tienen la misma función en la frase, pero difieren solo porque las
partes involucradas son diferentes. Pero en esa frase el «deseo» que el pecado
tiene por Caín es sin duda un deseo por vencerlo y conquistarlo, como es
evidente por la imagen del animal que acecha a la puerta esperando que salga.
El único otro ejemplo de esta palabra hebrea lo
encontramos en Cantar de los Cantares 7: 10, donde su significado no es claro,
pero donde el sentido de «deseo de tener dominio sobre es posible (note la
progresión en el Cantares 2: 16; 6: 3; 7: 10).
No he podido encontrar ningún otro caso de esa
palabra en la literatura hebrea antigua, aunque Foh si señala hacia ciertos
paralelismos en lenguajes semíticos relacionados para apoyar su argumento. (Es
improbable que la palabra signifique «deseo sexual», porque eso no empezó con
la caída, y no sería parte de la maldición de Dios.)
21Vea Dt 15:6, «Dominarás a muchas naciones, pero
ninguna te dominará a ti»; Pr 22: 7, «Los ricos son los amos de los pobres; los
deudores son esclavos de sus acreedores»;Jue 14: 4; 15: 11 (de los filisteos
dominando a Israel); también Gn 37: 8; Pr 12: 24.
I. LA REDENCIÓN EN CRISTO
REAFIRMA EL ORDEN DE LA CREACIÓN:
Si es
correcto el argumento anterior acerca de la distorsión de las funciones que
apareció con la Caída, lo que esperaríamos encontrar en el Nuevo Testamento es
la anulación de los aspectos dolorosos de las relaciones que resultaron del
pecado y de la maldición.
Esperaríamos
que la redención en Cristo animara a las esposas a no rebelarse contra la
autoridad de los esposos y animaría a los esposos a no usar su autoridad de
manera impropia. En realidad eso es lo que encontramos: «Esposas, sométanse a
sus esposos, como conviene en el Señor.
Esposos,
amen a sus esposas y no sean duros con ellas» (Col 3: 18-19; cf. Ef. 5: 22-33;
Tit 2: 5; 1ª P 3:1-7). Si hubiera sido una pauta pecaminosa el que las esposas
se sometieran a sus esposos, Pedro y Pablo no hubieran mandado que esto se
mantuviera en el matrimonio cristiano. Ellos no dicen, por ejemplo «Procura que
los cardos y espinos crezcan en tu huerto», o «Haz el dar a luz lo más doloroso
que puedas», o «Manténganse alienado de Dios, aléjense de la comunión con él».
La
redención de Cristo tiene el propósito de eliminar los resultados del pecado y
de la Caída en todos los sentidos: «El Hijo de Dios fue enviado precisamente
para destruir las obras del diablo» (1ª Jn 3: 8).
Los
mandamientos del Nuevo Testamento relacionados con el matrimonio no perpetúan
ningún elemento de la maldición ni ninguna pauta de comportamiento pecaminoso;
más bien reafirman el orden y la distinción de los papeles que existieron desde
el principio de la buena creación de Dios.
En
términos de aplicación práctica, al ir creciendo en madurez en Cristo,
creceremos en el deleite y en el regocijo de las diferencias sabiamente
ordenadas y establecidas por Dios para las funciones dentro de la familia
humana, Cuando entendemos esta enseñanza bíblica, los hombres y las mujeres
debieran ser capaces de decir en sus corazones: «Esto es lo que Dios ha
planeado y es bello y correcto, y me regocijo en la manera en que me ha creado
y el singular papel que me ha dado».
Hay
belleza, dignidad y rectitud eternas en esta diferenciación de papeles tanto
dentro de la trinidad como dentro de la familia humana. Sin ningún sentido de
«mejor» o «peor», y sin sentido de «más importante» o «menos importante», los
hombres y las mujeres debieran ser capaces de regocijarse plenamente en la
manera en que Dios los creó.
3. EFESIOS 5:21-23 Y LA PREGUNTA DE LA SUMISIÓN MUTUA.
En Efesios 5 Leemos: Esposas, Sométanse A Sus Propios Esposos Como Al
Señor. Porque El Esposo Es Cabeza De La Esposa, Así Como Cristo Es Cabeza Y
Salvador De La Iglesia, La Cual Es Su Cuerpo. Así Como La Iglesia Se Somete A
Cristo, También Las Esposas Deben Someterse A Sus Esposos En Todo (Ef 5:
22-24).
Aunque
en la superficie esto parecería confirmar lo que hemos estado argumentando
arriba sobre el orden de la creación para el matrimonio, en años recientes ha
habido algo de debate sobre el significado del verbo «someterse» (griego,
hypotassio) en este pasaje.
Algunas
personas han entendido que significa «ser atentos y considerados; actuar con
amor [uno con el otro]». Si se entiende en este sentido, entonces el texto no
está enseñando que la esposa tenga una responsabilidad única en someterse a la
autoridad de su esposo, porque tanto el marido como la mujer necesitan ser
considerados y amorosos el uno con el otro, y porque conforme a esta
interpretación la sumisión a una autoridad no aparece en este pasaje.
Sin
embargo, este no es un significado legítimo del término jupotásso, el cual
siempre implica una relación de sumisión a una autoridad. Se usa en otras
partes del Nuevo Testamento para hablar de la sujeción de Jesús a la autoridad
de sus padres (Lc 2: 51); de los demonios que se someten a los discípulos (Lc
10: 17, claramente el significado de «actuar en amor, ser considerados» no
encaja aquí); de los ciudadanos que se sujetan a las autoridades gobernantes
(Ro 13: 1, 5; Tit 3: 1; 1ª P 2: 13); del universo sujeto a Cristo (1ª Co 15:
27; Ef. 1: 22); de los poderes espirituales invisibles que se sujetan a Cristo
(1ª P 3: 22); de Cristo que se sujeta a Dios el Padre (1ª Ca 15: 28); de los
miembros de la iglesia que se someten a los líderes de la iglesia (1ª Co 16:
15-16 [vea 1 Clem. 42: 4]; 1ª P 5: 5); de las esposas que se sujetan a sus
esposos (Col 3: 18; Tit 2: 5; 1ª P 3: 5;
Ef. 5: 22, 24); de la iglesia que se sujeta a Cristo (Ef. 5: 24); de los
siervos que se someten a sus amos (Tit 2:9; 1ª P 2: 18); de los cristianos que
se sujetan a Dios (Heb 12: 9; Stg 4: 7).
Ninguna
de estas relaciones se revierte; es decir, nunca se les dice a los esposos que
se sujeten (jupotásso) a sus esposas, ni los gobernantes a los, ciudadanos, ni
los amos a los siervos, ni los discípulos a los demonios. De hecho, el término
se usa fuera del Nuevo Testamento para describir la sumisión y obediencia de
los soldados en un ejército a los que son de rango superior.
El
argumento primario que se ha usado a favor de tomar el «sométanse» en el
sentido de «sea considerado con» es el uso que tiene jupotásso en Efesios 5:
21. Allí Pablo les dice a los cristianos: «Sométanse unos a otros, por
reverencia a Cristo».
Varios
escritores han argumentado que esto quiere decir que cada cristiano debiera
someterse a los otros cristianos, y que los esposos debieran someterse el uno
al otro. La frase «mutua sumisión» se ha usado con frecuencia para describir
esta clase de relación, y ha sido entendida para implicar que no hay una clase
excepcional de sumisión que la mujer le deba a su marido.
Sin
embargo, el siguiente contexto define lo que Pablo quiere decir por «sométanse
unos a otros» en Efesios 5: 21: Quiere decir «sométanse a los que en la iglesia
que están en posición de autoridad sobre ustedes». Esto queda explicado por lo
que sigue:
Las
esposas tienen que sujetarse a sus esposos (Ef. 5: 22-24), pero nunca se les
dice a los esposos que se sujeten a sus esposas. De hecho, Pablo les dice a las
esposas que se sujeten a «sus propios esposos» (Ef. 5: 22), ¡no a todos en la
iglesia ni a todos los esposos!.
Los
hijos tienen que sujetarse a sus padres (obedezcan), Ef. 6: 1-3), pero no se
dice que los padres se sujeten u obedezcan a sus hijos. Los siervos tienen que
sujetarse (obedecer) a sus amos, pero no los amos a los siervos." Por tanto,
el concepto de la mutua sumisión (en el sentido de que todos debieran someterse
a todos) no es lo que se afirma en Efesios 5: 21-26. Del mismo modo, en
Colosenses 3: 18-19 Pablo dice: «Esposas, sométanse a sus esposos, como
conviene en el Señor.
Esposos,
amen a sus esposas y no sean duros con ellas» (vea también Tito 2:4-5; 1 Pedro
3:1-7).
D. UNA NOTA SOBRE APLICACIÓN AL MATRIMONIO
Si
nuestro análisis es correcto, hay algunas aplicaciones prácticas,
particularmente dentro del matrimonio, y también en cuanto a las relaciones
entre hombres y mujeres en general.
Cuando
los esposos empiezan a actuar en una forma egoísta, dura, dominante, e incluso
abusiva, debieran darse cuenta que eso es el resultado del pecado, un resultado
de la Caída, y que es destructivo y contrario a los propósitos de Dios.
Actuar
de esa manera causará aun más destrucción en sus vidas, especialmente en sus
matrimonios. Los esposos deben cumplir con el mandamiento del Nuevo Testamento
de amar a sus esposas, honrarlas, ser considerados con ellas y ponerlas las
primeras en sus intereses.
Asimismo,
cuando las esposas se muestran rebeldes y resentidas por la posición de
liderazgo de sus esposos en la familia, o cuando compiten con ellos por el
liderazgo en la familia, debieran darse cuenta que eso es el resultado del
pecado, una consecuencia de la Caída. No debieran actuar de esa manera, porque
el hacerlo así traerá también consecuencias destructivas para sus matrimonios.
Una esposa que desea actuar en concordancia con el propósito de Dios debiera
más bien ser sumisa a su esposo y estar de acuerdo en que él es el líder de su
hogar y regocijarse en ello.
NOTA: Traducción literal del autor del griego
idios, «a su propio marido).
El malentendido en cuanto a este versículo ha
surgido por medio de la suposición de que la expresión (unos a otros)
(allelous) debe ser completamente recíproco (es decir, «de todos a todos). No
obstante, hay muchos casos en los que no tiene ese sentido, sino que más bien
significa «algunos a otros), por ejemplo en Ap 6: 4, y hacer que sus habitantes
se mataran unos a otros que significa (algunos matarán a otros); en Gá 6: 2,
«ayúdense unos a otros a llevar sus cargas» que no significa que «todos
debieran intercambiar sus cargas unos con otros) sino ) algunos que son más capaces
debieran llevar las cargas de otros que son menos capaces); 1ª Co 11: 33,
(cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros) que significa que (los
que ya están listos esperen a los que todavía no lo están); etc. (cp. Lc 2: 15;
21: 1; 24: 32).
Del mismo modo, tanto e! contexto siguiente como e!
significado de hypotasso requieren que en Efesios 5: 21 signifique: «Los que
están bajo autoridad debieran someterse a otros entre ustedes que tienen
autoridad sobre ellos) (En cuanto a la objeción de que la sumisión en el
matrimonio es como la sumisión a la esclavitud, están ambos equivocados, vea
capítulo 47, p. 992.)
Por supuesto, todos los cristianos debieran amarse
unos a otros y ser considerados unos con otros. Si eso es lo que se quiere
decir por (mutua sumisión) entonces no debiera haber objeción a ello, aunque
esa idea no se enseña en Efesios 5: 21, sino en otras partes de las Escrituras,
usando otras palabras diferentes a hypotasso. Pero generalmente la frase «mutua
sumisión» se usa con un sentido diferente a ese, un sentido que destruye la
singular autoridad de! esposo en e! matrimonio.
Vea las consideraciones sobre lo que significa
sumisión y lo que quiere decir, en la obra de W. Grudem, «WiveS Like Sarah, and
the Husbands Who Honor Them: 1a Peter 3: 1-7), en Recovering
Biblical Manhood and Womanhood: A Response to Evangelical Feminism, pp.
194-205.
Una
vez que hemos dicho eso, debemos damos cuenta de que hay otras dos, casi
opuestas, distorsiones del modelo bíblico que pueden ocurrir. Si la tiranía de
parte del esposo y la usurpación de autoridad por la esposa son errores de
agresividad, hay otros dos errores, errores de pasividad o pereza. Para un
esposo, el otro extremo de ser un «tirano» dominante es ser completamente
pasivo y no tomar la iniciativa en la familia, que en términos castizos es ser
un «pelele».
En
esta distorsión de modelo bíblico, el esposo llega a ser tan «considerado» con
la esposa que le permite que tome todas las decisiones e incluso está de
acuerdo cuando ella le insta a que haga lo que es malo (note este
comportamiento en Adán, Acab y Salomón entre otros). Con frecuencia un esposo
así se muestra progresivamente ausente (ya sea fisica o emocionalmente) del
hogar y ocupa su tiempo casi exclusivamente en otras preocupaciones.
El
error correspondiente de parte de la esposa, lo opuesto a intentar dominar o
usurpar la autoridad del esposo, es convertirse en una persona completamente
pasiva, sin contribuir para nada al proceso de toma de decisiones en la
familia, y carecer de disposición para decir palabras de corrección a su
esposo, aun cuando esté equivocado. La sumisión a la autoridad no significa ser
enteramente pasivo y estar de acuerdo con todo lo que la persona en autoridad
dice o propone.
Esa no
es por supuesto la manera en que nos sometemos a la autoridad de un empresario
o funcionarios del gobierno (podemos ciertamente diferir de nuestro gobierno y
todavía estar sometidos a él), o a la autoridad de los oficiales de una iglesia
(podemos ser sumisos a ellos aunque estemos en desacuerdo con algunas de sus
decisiones).
Una
esposa puede ciertamente estar sujeta a la autoridad de su esposo y todavía
participar completamente en el proceso de toma de decisiones de la familia.
Los
esposos, por tanto, debieran practicar un liderazgo amoroso, considerado y
atento en sus familias. Las esposas debieran tratar de tener una sumisión
activa, inteligente y gozosa a la autoridad de sus esposos. Al evitar ambas
clases de errores y seguir el modelo bíblico, los esposos y las esposas
descubrirán lo que de verdad significa ser hombre y ser mujer en su noble
dignidad y su gozosa complementariedad, como Dios lo creó para que fueran, y de
esa manera reflejar completamente la imagen de Dios en sus vidas.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
PERSONAL
1. Si se le pidiera que fuera sincero en cuanto a sus sentimientos,
¿piensa usted que es mejor ser hombre o ser mujer? ¿Se siente feliz con el sexo
que Dios le ha dado o preferiría más ser del sexo opuesto? ¿Cómo piensa que
Dios quiere que usted se sienta acerca de esa cuestión?
2. ¿Puede decir con sinceridad que piensa que los miembros del sexo
opuesto son igualmente valiosos a los ojos de Dios?
3. Antes de leer este capítulo, ¿había pensando que las relaciones en la
familia reflejaban algo de las relaciones entre los miembros de la Trinidad?
¿Cree usted que esa es una forma útil de ver la familia? ¿Cómo le hace eso
sentirse acerca de sus propias relaciones? ¿Hay maneras en las que podría
reflejar de forma más completa el carácter de Dios en su familia?
4. ¿Cómo se compara la enseñanza en este capítulo sobre las diferencias en
los papeles de hombres y mujeres con algunas de las actitudes que se ven en la
sociedad de hoy? Si hay diferencia entre mucho de lo que la sociedad enseña y
lo que las Escrituras enseñan, ¿piensa usted que habrá momentos cuando
resultará dificil seguir las Escrituras? ¿Qué podría hacer su iglesia para
ayudarle en esas situaciones?
5. Aparte de las cuestiones de matrimonios o de relaciones románticas,
¿piensa usted que Dios quiere que disfrutemos de momentos de compañerismo con
grupos mixtos de otros hombres y mujeres cristianos? ¿Por qué cree usted que
Dios puso en nuestro corazón el deseo de disfrutar de ese compañerismo?
¿Refleja eso algo de la pluralidad de personas en la Trinidad, junto con la
unidad de Dios? ¿Le ayuda esto a entender cuán importante es que las personas
solteras sean incluidas en las actividades de la iglesia? ¿Piensa usted que en
el pasado algunos grupos religiosos han tendido a descuidar la importancia de
esto o incluso prohibir equivocadamente esos grupos mixtos entre los
cristianos? Sin embargo, ¿cuáles son los peligros de los que debiéramos
protegemos en esas situaciones?
6. Si usted es un esposo, ¿se siente contento con el papel que Dios le ha
dado en su matrimonio? Si usted es una esposa, ¿se siente contenta con la
función que Dios le ha dado en su matrimonio?
TÉRMINOS ESPECIALES
Diferencia
en funciones, igualdad en personalidad, primogenitura, sumisión mutua
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Colosenses 3:1 8-19: Esposas, Sométanse A Sus Esposos, Como Conviene En
El Señor. Esposos, Amen A Sus Esposas Y No Sean Duros Con Ellas.